Efecto Google: El Sorprendente Impacto de Internet en Nuestra Memoria

liderazgo memoria Aug 07, 2023
Efecto Google

En la era de la información, nos vemos confrontados por un deslumbrante espectro de datos, que fluyen desde Internet directamente a nuestras mentes. Aunque, a primera vista, estas maravillas digitales pueden parecer simplemente una "externalización" de nuestros conocimientos, algunos autores han argumentado que están cambiando radicalmente nuestra forma de operar, pensar y conectarnos.

Uno de estos pensadores es Nicholas Carr, quien, en su libro de 2011, "The Shallows", se adentró en los efectos más profundos de Internet en nuestra memoria. Mientras que usar una calculadora puede aliviar la carga en nuestra memoria a corto plazo y permitirnos profundizar en conceptos matemáticos más significativos, Carr argumenta que Internet, por otro lado, aumenta la presión en nuestra memoria de trabajo y obstruye la consolidación de conocimientos en la memoria a largo plazo. De hecho, llegó a afirmar que "la web es una tecnología del olvido" (Carr, 2011, p. 216).

Esta afirmación se hace aún más resonante cuando consideramos el ahora famoso "Efecto Google", un fenómeno identificado por primera vez en un estudio de Sparrow, Liu y Wegner (2011) publicado en la revista Science. Según este estudio, tendemos a no esforzarnos por retener información que sabemos que hemos guardado en un dispositivo electrónico, recordando más fácilmente dónde se encuentra la información que la información misma.

Este estudio pionero, realizado con estudiantes universitarios, se propuso investigar hasta qué punto Internet se está convirtiendo en una gigantesca memoria transactiva, un lugar donde almacenamos y recuperamos conocimientos sin esfuerzo alguno. Los resultados mostraron que los participantes recordaban mejor la información que se suponía debían eliminar, en comparación con la información que se suponía debían guardar. Y, aún más inquietante, cuando se almacenaba la información, los participantes recordaban mejor dónde se había guardado que la información misma.

Entonces, ¿qué significa todo esto para nosotros en el mundo digital actual? ¿Es esta externalización de la memoria simplemente una liberación eficiente de nuestro espacio mental, o estamos entrenando a nuestra memoria para ser más perezosa?

Aunque la tecnología nos permite acceder a una cantidad casi ilimitada de información con solo unos pocos clics, está claro que también está reconfigurando la forma en que interactuamos con nuestros propios procesos cognitivos. Ya sea positivo o negativo, está claro que nuestra forma de pensar, procesar y retener información está cambiando, y que debemos adaptarnos a medida que avanzamos en esta era digital siempre cambiante.

Sin embargo, la investigación de Sparrow y otros (2011) destaca un fenómeno fascinante que está cambiando cómo interactuamos con la información y nuestra memoria. La omnipresencia de Internet y la avalancha de información a nuestro alcance nos ha llevado a desarrollar nuevas estrategias cognitivas. En lugar de intentar almacenar grandes cantidades de información en nuestra memoria, que podría sobrecargarnos cognitivamente, ahora nos centramos más en recordar dónde encontrar esa información. Creamos nuestros propios archivos internos y les ponemos etiquetas para encontrarlos.

Este cambio no es necesariamente algo malo, sino una adaptación a la era digital. Internet actúa como una extensión de nuestra memoria, un vasto depósito de conocimiento al que podemos acceder en cualquier momento. En lugar de recordar todos los detalles, recordamos las rutas para encontrar esa información.

Los estudios señalan que tendemos a no hacer esfuerzos cognitivos para memorizar información que carece de relevancia personal. Por ejemplo, es poco probable que la mayoría de la gente sienta la necesidad de recordar detalles triviales sobre los ojos de una ostra. Sin embargo, cuando la información puede tener consecuencias significativas en nuestras vidas, como recordar una ruta para evitar perderse, sí realizamos un esfuerzo consciente para retenerla.

A pesar de que el estudio de Sparrow y otros revela que confiamos en nuestras computadoras para registrar información, este fenómeno puede estar específicamente relacionado con nuestra memoria semántica. Algunos investigadores sugieren que las nuevas tecnologías, como las redes sociales, pueden mejorar otros tipos de memoria, como la memoria episódica. Por ejemplo, las fotos almacenadas en Instagram pueden ser revisadas frecuentemente, reforzando nuestros recuerdos de eventos, y Facebook puede ayudar a recordar experiencias vividas. Sin embargo, se necesitan más investigaciones para confirmar estas afirmaciones.

En esencia, estamos externalizando nuestra memoria y delegando parte de nuestras funciones cognitivas a las tecnologías digitales. Esta adaptación nos permite manejar la ingente cantidad de información disponible y centrar nuestras capacidades cognitivas en tareas más complejas y creativas. La pregunta es: ¿cómo afectará esta adaptación a largo plazo a nuestra capacidad de pensamiento y memoria?

Como seres conscientes y pensantes, necesitamos hacer frente a estos cambios, tomar las riendas y decidir conscientemente cómo queremos interactuar con nuestras extensiones digitales. Después de todo, como sostiene Carr, la web puede ser una "tecnología del olvido", pero también puede ser una herramienta de infinitas posibilidades, dependiendo de cómo la utilicemos.

 

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